miércoles, 9 de junio de 2010

Homenaje

Esta mañana me he levantado, que no despertado de la cama con la idea en la cabeza de hacer algo fuera de lo común. Así que he acelerado he puesto las luces de emergencia en un parque en el que solía pasar mis primeros años de juventud y he entrado en un viejo kiosko de enfrente al que solíamos ir a por provisiones para nuestros juegos de cartas y nuestras juergas semi-nocturnas. He entrado con la idea absurda de pedirle al kioskero que me vendiera cigarros sueltos, sabía por supuesto que ya no lo hacía, pero recuerdo con bastante claridad esos cigarros, que se rompían solos en el interior de los bolsillos y que nos costaban un dineral solo porque nuestros padres no nos pillaran con el paquetito en casa. Eso si que eran tiempos, masturbaciones continuas, otro tanto de broncas, y caladas nerviosas en las sombras con nocturnidad y alevosía.
El cabrón del kiosco no se acordaba de mi, ni por supuesto de nadie a los que le vendía pequeñas dosis de cancer a espaldas de los padres: mis-hijos-no-fuman-mis hijos-no-beben-mis hijos no se drogan porque tienen una buena famila. La verdad, la pura verdad es que han pasado ya casi 9 años de aquello, que sí que fumábamos, sí, que bebíamos, y sí que nos drogábamos, y que probablemente sea lo más romántico que he hecho en el día de hoy.
Esto me ha llevado, supongo que a raiz de la falta de sueño, a obligar a mi cerebro a expulsar al consciente una serie de hechos ocurridos desde aquellos días hasta el presente, y así, en un torrente de ideas casi en tecnicolor, he recordado como aprendí que el agua potenciaba el olor a tabaco de la piel y no lo quitaba, he recordado mis esfuerzos infructuosos de escribir sobre mi mismo sin ningún éxito, he recordado con rabia mi decisión de abandonarlo todo y de seguir a la vez en movimiento, he recordado mi acné, mi alma alegre por pertenecer a algo, mi cabeza rota por ver cosas que los demás no veían, mi carne rajándose y sangrando debido a algún follón. He recordado cuanto amé, como deje de amar, y como volví a amar de nuevo y con más fuerza. He recordado que el polvo blanco pudo haberme jodido la vida, mis amigos, los que no están porque no pudieron seguirme, los que se fueron bien lejos, o los que para bien o para mal ya no podrán volver a mirarme a los ojos. He recordado mis noches de alcohol y neblina mental, mi estómago eyaculando sangre y mi polla vomitándola.
Por la tarde he visitado un tanatorio, había fallecido un tío mío, al que solo había visto dos veces antes de morir y del cual ni sabía ni quería saber nada. La sala estaba llena de familiares cercano-lejanos a los cuales no había visto en mi vida y no volveré a ver, y algunos lloraban y otros reían animados. Es curioso ver como la gente ríe y se gasta bromas en los velatorios de los muertos, jamás verás un velatorio con el cien por cien de los asistentes sollozando y dándose abrazos compungidos. Hoy he conocido a un tío mío Checo y Guardia Civil, y me ha caído de puta madre, y me ha invitado a un cigarro, y ha sido la primera vez que me he atrevido a ver el cuerpo presente, detrás de una vitrina, un mirame-pero-no-me-toques maquillado y hasta bello, como de cera, parecía que se fuese a levantar de un momento a otro y a señalarnos con el dedo a todos y a decirnos: TU!
Entonces he asistido a la misa y me he dado cuenta de varias cosas lo suficientemente llamativas como para contarlas aquí. La primera es que la violinista que tocaba parecía más triste que el propio cura que oficiaba el acto. Era una chica bastante guapa y estaba triste de verdad, no como yo, o como muchos de los otros asistentes, estaba jodida porque estaba tocando para que un tipo al que no conocía ascendiera al cielo, o a vete tu a saber donde, y se le veía mal, apoyaba la cabeza en su instrumento, y cuando dejaba de tocar miraba al vacío como preguntándose algo que yo quería esclarecer, y la miraba directamente a los ojos, casi incluso la miraba detrás de sus ojos y no cruzaba su mirada conmigo, y me dio mucha rabia, porque esa chica tenía un alma preciosa, y probablemente era una de las pocas personas que merecían la pena dentro de esa sala.
Y entonces el cura empezaba a hablar, y a narrar la historia de los Tesalónicos o de su puta madre, y decía burradas como que Jesús murió y resucitó al tercer día, hacíendome pensar que el hijo del difunto en cuerpo presente estaría cagándose en Jesús porque su padre seguramente no resucitaría al tercer día, ni al cuarto, ni nunca, y que además el señor de violeta no paraba de comerse a su salvador en un banquete canibal de hostias y vino y frenesí y besos a la mesa donde acontecía tan aberrante acto anti-humano. Pero entonces ocurrió algo, cuando el ataud se retiraba, cuando la chica del alma preciosa tocaba sus últimas notas, y cuando el hijo de puta rezaba sus últimos salmos, algo dentro de mi se rompió, y empecé a llorar por algo ajeno al muerto, o al sufrimiento de los familiares. Empecé a llorar por empatía, por liberación, porque la chica del violín estaba muy triste y yo quería saber por qué, y me puse las gafas de sol porque me avergonzaba que alguien me viera llorarle a alguien a quien no quería.
He retenido este día en mi cabeza para plasmarlo de la forma más fidedigna posible aunque no ha salido como yo esperaba, las cosas que se sienten,o se escriben en el acto o se olvidan, al menos los que no sabemos escribir, o los que como Neal Cassady en vida y en libro buscamos a alguien que nos enseñe a hacerlo. Esos que nos sentamos en unas escaleras mojadas, que pasamos del furor a la depresión. Esos que aunque algo o todo vaya mal, aunque no nos comprendamos a nosotros mismos, aunque no sepamos lo que queremos pero si lo que no queremos, decimos al mundo continuamente y con lágrimas justo detrás de los ojos:

"No tío, no te preocupes, todo va cojonudamente bien"


3 comentarios:

  1. Me acusas, me acusas siempre.

    De que te miro directamente, muy cerca, me quitas la mirada y tuerces la boca.

    Idiota, con esos ojazos no sabes mentir...

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  2. Clap, clap. Sorprendentemente me ha gustado, al menos esta vez no hablas de gordas, el tema recurrente.

    Tk!

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  3. Es increible que lea esto en el día en el que recuerdo parte de nuestra andadura en el "parque de Dani", y es más increible todavía que estoy feliz y orgullosa.

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