viernes, 17 de junio de 2011

Somos todo aquello que quisimos ser (Y aún así)

Somos los chicos de la calle, los de asfalto y neumáticos quemados.
Somos los chicos eléctricos, aquellos que se enfrentaron al mundo por pura provocación y después lo abrazaron para reírse de la biología.
Somos pura contradicción.
Somos los que podemos defender una posición y su contraria al mismo tiempo, sin ningún rubor y como puro ejercicio intelectual.
Somos los desquiciados, los locos, los primeros en marginarnos por motu propio, somos los mentirosos profesionales.
Somos los que necesitamos amar en sucias habitaciones de hotel. Aquellos que fueron a comprar un regalo a sus chicas y no encontraron nada lo suficientemente bueno.
Somos los que quisimos regalar planetas, o en su defecto viajes al pasado para rememorar viejos conflictos mundiales.
Lo somos
Somos los que se creyeron merecedores de aparecer en la tabla periódica como cualquier otro elemento químico, los que buscamos entre bolsas de anfetaminas nuestro número atómico, los que vivimos rápido y mal, los que sentimos de verdad, los que vimos casi a Dios.
Somos aquellos que jamás negaron la idea del suicidio romántico, de la felación social, somos los mejores.
Somos los que nos comimos el mundo incapaces de digerirlo, los que vibramos con un acorde, los tristes, los que cuando mirabas hacia arriba veías meando desde un balcón.
Somos los descendientes del aburrimiento, de la violencia y del amor.
Lo somos, y no nos arrepentimos de ello.

En cierto modo, lo echo de menos.

Nos faltaba un vaso de whisky para que todo explotara.

Y nos daba igual, el mundo ahí afuera no es
Tan importante como para olvidar el olor
De una mesa donde arrojar nuestros sueños
Por dos euros la mano, papeles blancos de
Formas geométricas que danzan y huelen
A lo mismo que hay dentro de nuestras copas

Nos faltaba un vaso de whisky para que todo explotara.

Y la música seguía sonando, pam pam pam
El juego se acelera cuando el tempo va in crecendo
Algún lunático se la juega a todo o nada
Sudamos, un mal movimiento y las fichas caen
Desparramadas por el suelo, se alejan
Como si no pudieran seguir nuestro ritmo
Casi una sombra se tambalea hacia el baño
Y vomita por todas aquellas jugadas que
No tuvo valor de realizar en su vida, y muere
Por unos segundos muere, luego sonríe al público

Y grita:
“¡Cabrones, me habéis robado las de 100!”

Nos faltaba un vaso de whisky para que todo explotara.

Y nos importaba todo una mierda.